viernes, 11 de julio de 2008

El Nuevo Tótem

Te amo- dijo- y se acercó lentamente, rozó con sus labios mi piel aún húmeda, tocó mis hombros, descendió con la suavidad de una pluma que se estira y encoge en el aire para caer sobre la tierra abierta, sólo para ella.Era en el bar, acondicionado en el subterráneo de un edificio, que pasaba mis noches. Sus luces y su ambiente me atraían como un vértice integrador de diferentes corrientes ocultas, poseídas por las venas de una gran masa amorfa. Siempre la misma gente, las mismas caras expectantes, los mismos cuerpos adornados con talismanes seductores para atrapar en el rito, una palabra, muchas veces, una pesadilla.Entraban por el laberinto de las sensaciones, hombres y mujeres irritados de tantos ojos y de pocas profundidades. Pasaban uno por uno a través de mi óptica cansada de tanta repetición incesante. Fue en ese momento que se produjo el espasmo más doloroso de mi pupila. Supe, en esa precisa visión que sería mío, mi hombre. Entre el humo y las difusas luces que engrosaban los cuerpos, logré perfilar, disimuladamente, sus rasgos de guerrero romano. Imaginé su boca junto a la mía, haciéndonos el amor en algún lugar prohibido que nos mantendría unidos para siempre, amándonos, deseándonos entre espadas y cascos, perdiéndonos en un baño público, lavándonos los pies.Mi madre siempre me da un beso, me dice: cuídate, no te metas con otro neurótico; ya fue suficiente con ese loco que te dejó en los huesos. Ella siempre tiene razón, es una diosa, no sé qué haría sin la Santa Madre que me limpia las heridas cuando llego de esos lugares profanos y me protege de tantas epidemias que merodean mi castidad.Luís no es de esos despilfarradores, abusadores, corsarios en busca de un buen tesoro; él es un dios del reino de los dioses, es tan fuerte, tan hombre. Su cuerpo sudado junto a mi boca, su miembro erecto, duro, penetrando en mis huecos preparados para él, para su flujo tibio, que ya no le pertenece más cuando se funde en mi carne dilatada, abrazada por su olor.En el bar siempre hay alguien que le regale un trago, un cigarrillo, un trozo de cuerpo anhelante, y yo, me estremezco pensando en esa posible guerra de seducciones; quisiera matarlo, encerrarlo para que nadie lo toque. Tener yo, la llave de sus miradas, de sus risas que me pertenecen sólo a mí.Todos los fines de mes arrendamos un pequeño departamento por horas. Ese lugar es nuestro escondite, nuestro hogar ficticio. Como niños corremos presurosos en busca del lecho mágico donde hacemos el amor con un dolor que va más allá de los límites del órgano perturbado por la sensación. Ambos sabemos que nuestro amor es un amor difícil, imposible, pero eso nos da mayor fuerza para sobrellevar esta huella que jamás se borrará.Siempre me gustó Paul Newman, recuerdo que compraba todas esa revistas con nombre de mujer para tener su imagen pegada a mi cuerpo. Sacaba la hoja, me masturbaba tímidamente al principio, para que ese rostro acusador e inquisitivo que me miraba desde el espejo, no supiera qué hacía la mano temblorosa cada vez, más profunda, más veloz. Esa mano corrupta se hundía cubierta por ese papel lustroso y colorido en mi elixir secreto, solitario, vacío.Luís es mi reflejo y por eso lo amo tanto; se parece a mi padre cuando tenía treinta años. Sobre la mesita del dormitorio mi madre aún conserva esa foto que él, en un arrebato, se la regaló dedicada con una bella y estúpida frase de amor. Esa foto es una imagen divina, un tótem que mi madre venera. Todas las noches le prende una vela y la mira fijo, sin pestañear, hasta que sus ojos se humedecen. Después de la ceremonia, se levanta la Santa Madre de su altar y se dirige a mí para saber si he tomado el laxante o si he puesto el despertador a la hora precisa. No sé qué haría sin ella.Este es un tiempo de tránsito y esperas, de bares y hombres que busqué, perdí, enterré, como un viejo sabueso cansado de su olfato mitigador. El clima desvanece, ahora, mis deseos de ir a algún café para desposeerme en el baño con algún cazador furtivo, ardiente, deseoso de tocar un cuerpo esbelto como el mío.Recuerdo, hace muchos años, mi madre me vistió con un traje de Rosita, mi prima. Era un vestido hermoso, sentía los vuelos de seda tocar mi cuello. Me vi como nunca, una reina. Esa tarde mi madre me llevó a tomar helado, pero eso no me importaba; sólo existía la suavidad de la tela en mi piel . Quería que todo el mundo mirara a esa nueva princesa emergiendo de su largo sueño. Un muchacho delgado y alto me miró seductoramente. Por primera vez percibí lo que era el deseo, el amor. Cuando cumplí veinte años logré olvidar esa imagen, esa tarde que recordé tantas veces.Mi padre decía que mi madre era una sucia. Me miraba lacónicamente, inquiriendo en mi alguna sorpresa, para referirme que cada vez que se acercaba a su sexo, ella olía a mercado de barrio en día Lunes. Mi padre se aburrió de su aroma y se fue un día con la Pepa, la gorda ardiente del almacén de la esquina. Desde ese día mi madre lo veneró más aún; todavía lo espera con sus olores de hembra callada y triste.Luís es mi salvador, mi redentor; ambos fusionamos nuestra imperfección en una perfección absoluta. En las tardes, salimos a merodear por los parques, a besarnos, a contarnos nuestras ilusiones y se multiplican, y su esencia es mi esencia, su mano busca mi mano para entrelazar los dedos ansiosos de calor. Nuestro amor vive en la palabra, en nuestra existencia, en nuestras almas agazapadas, en el lenguaje de nuestros cuerpos, de nuestras mentes, de nuestra soledad.Sí, yo amo a Luís y él me ama a mí; por eso salgo en las noches a vagar, por eso se me erecta el sexo entre las piernas y gimo cansado de tanto, envenenado de sentencias y frustraciones . El amor es el sentido que le da al otoño esa luz de vida en la agonía de la muerte. Yo, el más hombre que muchos, el que dejó de ser narciso por amor, el que dejó su centro por el de otro, el solitario e introvertido, hoy se despoja de sus viejas ropas adheridas a la mentira y sale de la gruta protectora quedando frágil y débil, sin defensas, preparado para el amor.

Silviana Riqueros/ del libro El Nuevo Tótem, 1990

1 comentario:

sweet_bubble dijo...

:O
profe me emocione con el cuento

ya sé cual va a ser mi lectura de ratos libres

la kiero muchop
nos vemos en clases